Manuel Navas. Politòleg
Trasvase de votos. Es conocido, que el comportamiento electoral de la ciudadanía sigue lógicas distintas en función de tipo de elecciones: vota a partidos distintos en las locales, autonómicas, estatales o europeas. En ese sentido, la fidelidad electoral, cuanto menos en un sector significativo de votantes, que además estaría mediatizada por la valoración que lleva a cabo en base a su propia experiencia, percepción, intereses y valoraciones más o menos pragmáticas, etc., todo ello condicionado extraordinariamente por la información que recibe y que está hábilmente manejada, por quienes detenta el poder económico y político.
Valoraciones postelectorales. A estas alturas no debería sorprender que las valoraciones que realizan todos los partidos, se autoproclamen vencedores: CiU apela a los datos para erguirse como la fuerza vencedora, pero difícilmente será Mas el próximo President; desde el PSC dicen que ha ganado porque, aún perdiendo más de 240.000 votos, confían que los pactos concederán la poltrona a Montilla; ERC pese a perder el 2,4% del electorado, ha ganado porque ha roto los pronósticos pesimistas y de nuevo es el árbitro; los 3 nuevos escaños de ICV le permite presentar credenciales para el tripartito; Ciutadans han ganado porque partían de cero y ahora tienen representación.
Narcisismo. En sus declaraciones hablan de ellos mismos: “nosotros hemos ganado” o “ellos han perdido”. Ninguna referencia a ese sujeto paciente que es el pueblo, que al parecer ni gana ni pierde sino todo lo contrario y que simplemente debe limitarse a cumplir con el rol que le han asignado: votar cada cuatro años, tras lo cual puede volver a sus cotidianeidad a la espera de una nueva llamada a urnas.
Abstenciones y en blancos. Como mueren de éxito no se percatan que los tozudos hechos, por encima de opiniones, desnudan una cruda realidad: que la primera fuerza política es el 42,3% de abstención con 2.250.000 votos y que los 60.000 votos en blanco han roto todos los pronósticos. La abstención permite interpretaciones de todo tipo (desde el llamado pasotismo hasta la disidencia) aunque nadie duda sobre la existencia de causas sociales y políticas que favorecen este tipo de comportamiento. Por el contrario, el voto en blanco ofrece menos dudas: un claro rechazo a los partidos, sus programas y/o sus vitalicios candidatos.
Combinaciones. Tras los trasvases de votantes; los votos prestados que algunos partidos han recibido; la abstención y los votos en blanco, llega el último cuarto del partido: el mercadeo para alcanzar la ansiada poltrona. El regateo, en un primer momento, suelen centrarse esencialmente en el número de Consellerías y cargos de confianza que le corresponderán en el reparto, el presupuesto del cual dispondrá, etc. Después ya entrarán en detalles sobre el programa que impulsarán.
Programa. Si el poder político esta en manos socialistas (desde el Parlamento Europeo hasta el Gobierno Español, pasando por un montón de alcaldes, presidentes de diputaciones y otros entes supramunicipales), y si en Catalunya acaba configurándose de nuevo un tripartito entre socialistas y la izquierda verde y los republicanos patriotas, puede decirse que las condiciones para implementar políticas de izquierdas y de progreso son las idóneas. Vamos que no caben excusas para abordar desde una perspectiva de izquierda, la especulación con la vivienda, la falta de recursos para la sanidad y la educación pública, el impulso de una movilidad racional basada el transporte público, la precariedad laboral, las agresiones desarrollistas contra el territorio, los obscenos beneficios de bancos y entidades de ahorro a costa de los impositores, la entrada de la democracia en las empresas, las pensiones de miseria de miles de personas, el reconocimiento del derecho a la autodeterminación, etc. Quizás si fuesen consecuentes bajaría la abstención y el voto en blanco. Mientras tanto y por cortesía debida: “esperem, ven segur que esperem…”